Que me devore el sueño, que me de la muerte entre sus
brazos de olvido y negra paz.
Que me estruje entre sus garras y exprima de mi pobre
cerebro cada palabra, cada recuerdo que hiere mi maltrecha alma.
Que me desconecte de la vida, que me robe el aliento y
convierta mi cuerpo en andrajos de muñeca de trapo extraviada en un desván.
Que me lo quite todo, que me salve del afán de seguir
viva y quererle, porque ya solo aspiro a ser tumulto invisible y soledad.
Que sea para siempre, que la amnesia perenne del árbol
de la ausencia me libre de seguir entre los otros, como si fuera aún un ser
humano más.
Julia C.
Julia C.
Desasosegante la tristeza que destilan estas palabras... Afortunadamente para la protagonista, el tiempo, si le dejas, acaba curando este tipo de heridas y sentimientos.
ResponderEliminarGracias por compartirlo con todos, Julia
Gracias a tí por la compañía. Cuando el tiempo es un lastre para la simple existencia, se agradece una espalda amiga sobre la que compartir la carga.
EliminarUn saludo!