martes, 23 de febrero de 2016

Malena es nombre de mujer (XI)



Probó a recogerse el pelo de varias maneras diferentes pero ninguna le convencía. Quería resultar “casualmente” deslumbrante y eso complicaba las cosas y mermaba las armas de seducción de las que disponía; nada demasiado obvio le hubiera servido. “Es difícil invertir tanto tiempo y energía en arreglarte y que todo parezca natural”, se decía Gloria frente al armario suspirando y tratando ahora de elegir qué ponerse. Al menos hacía una bonita y luminosa mañana, eso podía ser un buen presagio para ella y se sintió momentáneamente más animada. Acabó eligiendo un vestido color rosa palo que le resultaba insulso pero que armonizaba a la perfección con su blanco cutis y su rubia melena. Lo hubiera querido más escotado y más corto, pero debía ser prudente. No obstante lo complementó con unas sandalias que resaltaban lo esbelto y delicado de sus tobillos. ¿Quizás un reclamo demasiado sutil? Tendría que arriesgarse.

No perdía de vista en ningún momento lo comprometido de su situación ni lo mucho que se jugaba en aquel primer encuentro con Tonio después de todo lo sucedido. Quizás hubiera sido más aconsejable no acompañar a Marcos a recogerle a su salida de prisión, pero ella quería figurar en el mapa de su vida desde el primer instante de libertad. Además, seguro que echaba de menos un cuerpo de mujer y ahora que Malena era agua pasada tenía una oportunidad; estaba segura de poder hacerle feliz. Fue muy duro con ella en el pasado, le advirtió que tendría que marcharse lejos cuando él estuviera libre, pero quería convencerse de que las cosas podían cambiar si jugaba bien sus cartas.

Una bocina sonó estridente en la calle sacándola de su ensimismamiento y produciéndole un vuelco en el corazón; ya era la hora, Marcos venía a recogerla. Echó apresurada un último vistazo al espejo, se aplicó unos toques de perfume y lanzó un beso a su reflejo para desearse suerte justo antes de marcharse.

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La noticia de que el traidor salía de la cárcel de manera inminente le había afectado mucho más de lo que ella hubiera querido. Incluso el bebé parecía inquieto dentro de su vientre desde el momento en que lo supo. Era consciente de no estar preparada para tener a Tonio frente a frente ni para contestar a posibles preguntas acerca de su hijo. “Su hijo”, que en realidad también era hijo de él, le gustara a ella o no. Un padre, por muy mezquino que hubiera sido con ella en el pasado, que tenía derechos y a buen seguro, mucho que decir sobre ciertos temas concernientes al ser que iba a nacer. Pensaba lo peor de su excompañero, pero lo cierto es que jamás había cruzado por su mente la idea de que pudiera desentenderse de su descendencia o de que le deseara algún mal. Sí, antes o después tendrían que hablar largo y tendido.

Malena había creído que no tendría que pensar en estas cosas hasta mucho después del parto, dentro de unos meses, pero la realidad irrumpía en su vida derribando paredes y de un martillazo, como casi siempre. Por unos instantes de vértigo estuvo tentada de coger el dinero de los sobres que misteriosamente habían ido llegando a su buzón y desaparecer, marcharse tan lejos como sus recursos le permitieran. Después reflexionó y se dijo que ella no era ni sería nunca una cobarde que huye. Le habían quitado muchas cosas en su vida, pero no le quitarían también la dignidad.

Se sobrepuso, acarició apaciguadora la redondez prominente de su abdomen y decidió que en este asunto siempre daría la cara.

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El sol le hirió en los ojos y no pudo evitar llevarse la mano a la cara a modo de visera. Estaba contento de abandonar el feo y mamotrético edificio que ahora cerraba sus puertas tras él, pero también estaba desconcertado porque no sabía quién influía en los designios de su destino sin darse a conocer siquiera. Tendría que hacer algunas averiguaciones y saldar la cuenta si podía; no le gustaba deberle nada a nadie y menos si no lo había pedido.

No había pasado en prisión tanto tiempo como para encontrar diferente el exterior, pero sí le pareció que la brisa era deliciosamente nueva y que el sol, suave en aquella época del año, era un regalo con dedicatoria encargado expresamente para él. Pensaba en su buena suerte… y en Malena, claro.

Marcos y Gloria bajaron del coche en cuanto le vieron aparecer y se dirigieron a su encuentro. El extendía los brazos con franqueza ante su amigo para darle un abrazo y ella espiaba la dirección de su mirada y la expresión de su rostro. Estaba calibrando la impresión que su presencia producía en Tonio y si la observaba con interés. También le abrazó estrechamente buscando que sus curvas y lo vaporoso de su vestido hicieran el resto. Incluso le besó en la mejilla más largamente de lo imprescindible; con un poco de suerte su perfume le traería algún recuerdo de la noche en que estuvieron juntos.

La decepción le cayó encima como un jarro de agua fría cuando él, deshaciéndose despreocupadamente de su abrazo, buscaba esperanzado buenas noticias en la mirada de su hermano. Pero no, Malena no había ido a esperarle. La rubia se rehizo como pudo y se alegró secretamente de tener el campo libre. Ella sí estaba allí.

En la distancia, Jonás observaba la escena tras los cristales oscuros de sus gafas, parapetado en el asiento de atrás de un vehículo en el que nadie pareció reparar. Poco después dio la orden de arrancar a su chófer; ya había visto todo lo que quería ver. 

Julia C.  

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Código 1602236671536
Fecha 23-feb-2016 12:45 UTC
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