¡Hola a tod@s!
Hace mucho tiempo que, por unas
razones o por otras, no actualizo esta sección del blog. Eso va a cambiar hoy
gracias a la generosidad de Mila Gómez, que nos regala una estupenda entrada
con “los refranes de su vida”.
Fiel al espíritu con que concebí
este espacio, ella ha hecho memoria en compañía de su madre para traer al
presente anécdotas, dichos y enseñanzas aprendidas en su infancia y
compartirlas con todos nosotros.
Yo, por mi parte, puedo deciros que
conozco a Mila hace bastante tiempo y que es uno de mis grandes descubrimientos
en este mundillo de blogueros e internautas locos por las letras. Como
escritora que es administra una bitácora que lleva por nombre "Encuentros" y
que os recomiendo sin reservas. No tengo ni idea de cómo fui a parar a su casa
por primera vez, pero el caso es que lo considero un hecho afortunado. Ella es
una persona muy especial, con una filosofía de vida propia que expone en cada
post de forma serena, discreta, pero también muy clara. Sus relatos, además de
entretener, nos hacen meditar, trascender siempre más allá del momento
presente, volvernos hacia el interior de nuestro Ser y prestar atención a lo
que tenga que decirnos. Podríamos quedarnos en la superficie de sus historias y
limitarnos a disfrutar con ellas, pero Mila siempre va más lejos y es una
tentación irresistible seguirla.
Como mujer y hasta donde tengo el
placer de conocerla, doy fe de que es una persona generosa, buena amiga,
sensible a las necesidades ajenas y siempre presta a confortar y ayudar. Ella
enamora por su dulzura, por su balsámica presencia que sabes llena de buenas
intenciones; también por su sentido del humor y su gran capacidad de superación
y trabajo. Charlar con ella siempre aporta cosas positivas, siempre enriquece.
¿Qué puedo deciros? Yo la admiro y la aprecio muchísimo.
Entre las aficiones de Mila también
se encuentra la fotografía y, si tenéis ganas de ver cosas bonitas, no dejéis
de visitar las dos colecciones de su perfil de Google tituladas respectivamente "Mis rincones del Matarranya" y "Crepúsculos desde el Matarranya". No os lo
puedo contar, tenéis que coger vuestras deportivas y vuestras gafas de sol para
salir a pasear con ella por todos esos rincones de ensueño.
Vale, sí, ya me callo: sé que estáis
deseando oír lo que la invitada de hoy ha venido a compartir con nosotros. A ti
Mila solo puedo darte las más efusivas gracias por tu aportación y encargarte
que hagas extensivas mis palabras a “tu mami”. ¡Un beso enorme para las dos!
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Mis Refranes
Teníamos por vecinos a una familia cuya esposa y madre, siempre andaba vociferando y amenazando a todo el equipo familiar hasta con insultos, ya fuera por juntos o separados. Su madre cuando la visitaba también se llevaba una dosis de querella. Había días que aunque no quisiéramos escucharla nos era imposible. Mi madre susurraba: Perro ladrador, poco mordedor. Y así era la vecina, la fuerza se le iba por la boca, puesto que siempre estaba presta para ayudar a quién fuese, y su familia no parecía tenerle en consideración tanta verborrea, yo creía que debían quererla mucho para aguantar tan disonantes palabras.
***
Había épocas en que si una cosa iba mal, acontecían
algunas más, a nuestros padres les notábamos desalentados y rezando para que
las cosas cambiaran de rumbo y mejorara la situación en concreto, de vez en
cuando les oíamos: Siempre llueve sobre mojado. Suerte que la mayoría de veces
los ruegos fueron escuchados. Es lo que tienen los sucesos a los que nos
exponemos, por la causa que sea, hay temporadas que todo se tuerce y otras en
la que todo va sobre ruedas.
***
Cuando
conversábamos en casa sobre alguien del que se “hablaba” que había hecho un
daño, faena, a otra persona y todo quedaba “en agua de borrascas” y se le veía
tan contento/a, mi padre decía: A todo cerdo le
llega su San Martín. Y
es que nadie se queda sin recibir aquello que ha dado, ya sea en distinta forma
o tiempo lejano.
***
Era niña cuando
un domingo en que acompañé a mí madre a misa, al persignarnos en la pila del
agua bendita le pregunté; ¿Por qué bendicen el agua? A lo que ella respondió: Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Quedé conforme pensando que el agua debía de
ser muy importante. Años después,
por mí misma descubrí otro significado: que cualquier reconocimiento que se le
atribuye a alguien sea de la índole que sea, debe de ser por algo y por tal,
meritorio, aunque para algunos no lo parezca.
***
En la época escolar
tiempo de los exámenes, inquieta le comentaba a mi madre que dudaba en
aplicarme al estudio entre una asignatura u otra, ella, serena, al irme a
acostar me aconsejaba: Antes de hacer
nada, consúltalo con la almohada. Entonces apoyada la cabeza a un lado de la misma y con una mano por
arriba y otra por abajo sujetando bien la almohada me dormía con la pregunta en
mente. Solía
dar resultado, en la mañana lo tenía más claro. Este refrán aún sigo
practicándolo a menudo, (dejando más ligera a la pobre almohada) y os aseguro
que algunas veces al despertar quedo sorprendida de su eficacia.
***
Soy la pequeña de
tres hermanas, cuando éstas en sus tiempos de “festejar” e ir a las discotecas
y cafés, al volver a casa, si habían conocido a algún joven que les parecía
guapo, de buena familia, les habían invitado a un refresco, vestía moderno o
con traje, muy simpático etc… ilusionadas nos narraban el encuentro como si ya
fuesen a enamorarse. Tanto mi padre como mi madre al terminar la escucha les
decían: las apariencias a veces engañan, hijas. El hábito no hace al monje. Personalmente creo que este refrán sigue siendo sabio, por algo se
suele decir que nada ni nadie es lo que parece en realidad.
***
Mi madre era de
las que limpiaba en casa sobre limpio, así que todo estaba en orden siempre, y
cuando alguna de mis hermanas o yo hacíamos algo de limpieza ya fuera en la
casa o posteriormente en las propias y nos veía trapo en mano, soltaba la misma
cantinela: No es limpia la que limpia, es más limpia la que
no ensucia.
Una verdad indiscutible, pero claro, vivir teniendo tanto cuidado en no
ensuciar la casa en la que vives es un poco absurdo por no decir imposible, en
mi opinión, hay que disfrutar de y en ella, aunque se ensucie. Aún hoy, con 93
años lo sigue recitando cuando entro en su apartamento a realizar las tareas
domésticas, como si ella no ensuciara y yo no tuviera necesidad de
limpiar. Este refrán seguramente lo
recordaré hasta en la próxima vida jajaja.
Gracias por la lectura, deseo que os hayan entretenido la selección de
refranes que escogí y que algunos os hayan resultado novedosos y de provecho.
Hasta la próxima.
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