Renegaron de él, fue maltratado, ensuciado con falsas
razones y desvirtuado de todas las formas posibles. Por eso decidió dejarles.
Un buen día, por su peor pecado contra él, el desprecio, ya no hubo más Amor. Y
como castigo, todo lo que había inspirado también desapareció.
Las obras literarias, los cuadros, las esculturas y hasta
las miradas, caricias o besos que lo tenían como única razón, dejaron de ser,
sin más. Eso originó un gran vacío en los corazones y en los recuerdos de los
pobres mortales que sintieron, ahora despojados de su habitual soberbia, que
habían perdido algo importante. Quizás lo único que en verdad merecía la pena.
Cuenta la leyenda que aprendieron la lección y comenzaron
de nuevo, aprendiendo a querer con sinceridad y entrega todo aquello que hacía
emocionar sus almas. Pero lo perdido, lo que Amor les quitó, perdido sigue.
Quién sabe qué hermosos obras ya no podrán ser admiradas
nunca más…
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