No
puedo creer que se haya terminado, pero así es. Supongo que algunos cuerpos se
encuentran y se reconocen misteriosamente entre toda una constelación de
cuerpos; se unen por la intuición de un deseo compartido, comprendido solo a
medias pero poderoso; y siguen juntos después, un tiempo, por obra de la alquimia de
los sentimientos y la piel… Hoy para nosotros se agota ese tiempo, se quebró
como cristal la fuerza invisible que en otra época nos impelía casi con
violencia al refugio presuroso de los brazos del otro, al beso desesperado de
los labios del otro.
No
estoy herida, no me siento triste, y eso me hace dudar de que estos años hayan
sido verdad, de que yo misma sea verdad. Quizás la indiferencia sea solo un
mecanismo de defensa, quizás las razones que me hacen pensar que terminar ha
sido lo mejor son una coartada, quizás mi orgullo viene siempre al rescate
cuando corro el riesgo de la vulnerabilidad. Y si todo esto que no siento forma
parte de un castillo de naipes, el día menos pensado se derrumbará y tendré que
llorar.
No
puedo creer que se haya terminado, pero este silencio espeso y esta ausencia de
risas me dicen que así es. Podría devanarme los sesos ideando estrategias de
sanación para corazones helados, fabricando razones que nos llevaran de vuelta
al momento en que nos dijimos te quiero, enmarcando para ofrecerte los pliegues
de las sábanas que acogieron nuestros cuerpos como uno solo. Pero no, no puedo
o no quiero; me instalé en la cómoda desidia de los suspiros al viento y las
caricias sin puerto.
No
te echo de menos, no te pienso con ternura, no nota mi tiempo la mucha falta de
tu presencia. Aunque quizás solo estoy fingiendo que me puedo pasar sin ti, que
al fin y al cabo era postizo todo lo que nos dimos. Si es solo una
representación, estoy a punto de creérmela, y a cada nuevo ensayo, cuando abro
los ojos al despertar, me convenzo a base de repetirlo de que el nuestro era un
guión sin futuro, uno de esos que es mejor no sacar nunca del cajón del mal
escritor. No sé si estoy equivocada, pero a lo peor un día descubro que sí,
justo cuando sea demasiado tarde para sentir la pena que se supone que ahora
debería sentir.
Julia
C. Cambil
Código: 1504113821372
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
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