Este
texto está basado íntegramente en el trabajo de Ramón Seres de Luz, a quien
pertenece la imagen y que amablemente me ha permitido mostrarla. Si queréis
conocer algo más de su estupendo hacer en este campo no dejéis de hacerle una
visita aquí
No
estaba preparada la señorita Primavera para conocer a la Muerte, y con el
primero de sus protegidos que perdió la vida, un enamorado, algo dentro de ella
también se apagó.
Aquella
estación no fueron tan lozanas sus flores ni tan cristalino su rocío; y los
amaneceres que la sangre debían alterar, pasaron como un discreto suspiro para
los amantes.
Estaban
empañados los colores y lenta en discurrir la savia de la vida por los
corazones: la señorita Primavera ya no los alentaba a latir presurosos con el
fuego de la pasión. Hasta la tierra era
menos fértil y parecía más dispuesta a albergar cuerpos que a parir frutos
nuevos.
Todo lucía
un poco más triste de lo que solía ser al llegar el mes de marzo porque ella,
que no atendía con diligencia sus quehaceres, se distraía tratando de
comprender qué significaban aquellas dos cuencas vacías y oscuras que la
miraban sin guiños ni atisbo de coquetería.
Por
aquel entonces era joven la Señorita Primavera y aún no sabía de las miserias
de las almas, de las penas de los meses sin luz, del olvido que empapa de
desazón los amores en otro tiempo sanos e inmortales.
¡Pobre
estación herida y desdichada! También ella tuvo que aprender que la sombra de
la muerte araña como las zarzas y pone zancadillas de dolorosa palidez.
Julia C.
Código 1510055377921
Fecha 05-oct-2015 12:20 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
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Fecha 05-oct-2015 12:20 UTC
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