Parece sórdido.
Dos adultos con ganas atrasadas comiéndose a besos en un coche. Es una tarde
cualquiera.
La lluvia queda
fuera; con su repiqueteo pone la banda sonora a una escena de puro deseo. El
vaho que se va formando a este lado de los cristales es el cómplice perfecto, los
mantiene casi a salvo de miradas indiscretas.
Tras el velo de sus
párpados cerrados percibe un cambio en la luz. Está ocupada tratando de obviar
el estorbo de la ropa y no le interesa nada más, pero los faros rojos del coche
que pretende aparcar delante la desconcentran unos instantes. Nunca ha tenido
afán exhibicionista, prefiere la intimidad de una puerta cerrada y dos mentes
abiertas, pero en estos momentos todo le importa poco y continúa a lo suyo,
incluso le excita pensar que el recién llegado esté observando por el
retrovisor.
Sabe que no es el
sitio adecuado, o debería saberlo, pero nada puede hacer porque sí es el
momento preciso. Su cordura huyó junto a alguno de los jadeos salidos de su
boca y no acierta a detener el avance de esa mano que escala posiciones por su rodilla
arriba. Es más, juega a retarla tentadora con una leve separación de sus
muslos. Confía estúpidamente en que él sabrá poner límites. Se equivoca.
Por alguna razón
un click en su cerebro saturado de hormonas la trae de vuelta a la realidad. No
recuerda haber visto salir del coche al conductor inoportuno. Quizás siga ahí,
quizás intuya lo que no puede ver y esté excitado. Piensa que sería morboso
compartir con él el orgasmo que ella sabe ya inevitable y ese pensamiento
termina de catapultarla a unos instantes de placer salvaje. Es consciente de
estar muy mojada. Se le ocurre que podría lubricar ella sola cien orgasmos como
el que acaba de tener.
La marea de besos,
caricias y gemidos va retrocediendo sensatez adentro. Mientras se recompone la
ropa murmura algunas cosas tiernas que en realidad no siente pero que cree que
su acompañante necesita. Y antes de que sobrevenga el silencio, una puerta de
coche que se cierra con brusquedad hace añicos el momento. Es el voyeur, ahora
sabe de cierto que lo es, saliendo de su coche. Lo hace con lentitud, se demora
sin necesidad y mira hacia atrás mientras gira la llave en la cerradura, como
si fuera inmune al agua que cae del cielo. No trata de ser discreto, les mira
seductoramente y sonríe.
Ella también sonríe;
en la boca del estómago le baila la sensación de querer seguirle bajo la lluvia
adonde quiera que vaya…
Julia C.
Holaa!gracias por compartir belleza.naturaleza y bellos pensamientos.Julia! !!
ResponderEliminar¡Holitas, Búhos!
EliminarDespués de que la desaparación de Google+ se llevara toooooodos los comentarios de las publicaciones, no os imagináis la ilusión que me ha hecho que dejéis vuestra huella, ¡un millón de gracias!! Siempre es un gustazo teneros por aquí :))
¡Un abrazote bien grande!
De seguro que para ella era el momento, y no tenía necesidad de dejarlo pasar. Me puedo imaginar la escena con facilidad. Son esos deseos de pasión que quieren salir pese a saber que no es lugar ni momento, pero me parece sano que se quieran liberar, la lluvia que a veces es, relajante, también ayudó a seguir adelante. Ni que decir del voyeur, que disfrutó a su manera a costa de la pareja, parece que a ella no le importó mucho, todo lo contrario.
ResponderEliminarQuerida Julia, este relato aparte de estar escrito con gran maestría, sube las temperaturas, jajaja. No recuerdo si te lo leí en su momento, pero me ha encantado. Me hiciste pasar un buen rato. Qué bien escribes, querida, siempre me dejas con ganas de más. Gracias, guapísima.
Un montón de besos y abrazos.
¡Qué lujo tenerte aquí, querida Mila! Después de que todos los textos quedaran sin la huella del paso de los lectores, volver a recibir una visita y un comentario es motivo de alegría. Espero que ahora sí, estos ratitos de compartir impresiones queden para siempre :))
ResponderEliminarAdemás tus palabras rezuman generosidad. ¡Me alegro mucho de que te gustara el relato! Yo tampoco recuerdo si lo leíste en su momento o no, pero nuevas lecturas en diferentes momentos dejan diferentes sensaciones. Las tuyas son positivas y eso ya me hace requetefeliz. ¡Un millón de gracias, guapa! Hace como un millón de años que no escribo nada de tipo erótico festivo, pero quién sabe de qué humor estarán próximamente las musas, verdad? jajajaja.
Un beso enooorme de los que no se borran :))
Alto voltaje Julia. Una escena que se imagina y transmite sensaciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Mirna, me alegro de que te haya gustado.
Eliminar¡Un fuerte abrazo también para ti!