Yo y solo yo
tengo la culpa, ya lo sé. Cuando más animada estaba la sección y más
participación tenía, que es lo que realmente importa dado que la ideé como
lugar común de encuentro, frené en seco y la dejé en “stand by”. Si sirve de
algo diré que no fue por mi gusto y que ojalá no hubiera tenido los motivos que
me llevaron a dejarla, pero el caso es que lo hice y pido mil perdones.
Os los pido a
quienes veníais a leer y a comentar, espero que también a disfrutar, pero sobre
todo a las personas, compañeros nuestros, que ya me habían enviado sus entradas
para colaborar y que se quedaron “colgados”.
Yo tengo
mucha suerte y ellos una paciencia infinita, está claro, así que tras el parón
y gracias a su generosidad, vuelven “Los refranes de tu vida”.
En esta
ocasión, para el reestreno, nos regala sabiduría popular y un buen montón de
anécdotas familiares Gema Avefénix, a quien seguro muchos de vosotros ya
conocéis. No os voy a contar lo que podréis leer de primera mano un poco más
adelante, pero debo decir que su aportación encarna a la perfección la idea que
yo tenía sobre estas colaboraciones; si disfrutáis la mitad de lo que yo lo he
hecho leyéndola, ya habrá merecido la pena de sobra venir hasta aquí.
Nuestra
compañera administra un blog que lleva por nombre “Ave fénix, hagamos posible lo imposible” y que es como ella misma, pura travesía a través de la
curiosidad, la ternura, el aprendizaje, la superación y la solidaridad. Si
queréis conocer su historia allí encontraréis el rastro de una persona fuera de
lo común, valiente, luchadora, vital y, sobre todo, muy humana. Os invito a
ello porque es un viaje que merece la pena.
No me
atrevería a fijar una temática concreta sobre la que Gema escriba, porque
cualquier cosa que le llame la atención puede ser motivo de inspiración. Sus
reflexiones acerca de la existencia misma, sus colaboraciones para otras
publicaciones que tratan sobre temas concretos de los que ella sabe mucho, las
experiencias, buenas y malas, que la vida le va poniendo al paso,
descubrimientos científicos que despiertan su curiosidad, música, fenómenos
curiosos… de todo podéis encontrar en su blog. Incluso últimamente ha hecho sus
pinitos en el mundo de los relatos y microrrelatos. Ella siempre dice que le gusta
aprender, afrontar retos nuevos, hacer cosas diferentes, huir de lo de siempre…
y ahí tenemos una nueva prueba de ello y una nueva oportunidad para disfrutar
del talento de esta intrépida bloguera.
No quiero
extenderme más para no aburriros, pero no me voy sin darle mi más sinceras
gracias a Gema por su paciencia y su generosidad. Y como en esta entrada que
nos regala ha tenido mucho que ver su madre, desde aquí le envío también un
cariñoso saludo a ella, a Matilde. ¡Sois geniales, chicas!
******
Ante todo quiero agradecer a
Julia, por hacerme partícipe en su sección: Los
refranes de mi vida.
Me parece una iniciativa fantástica, que nos hace de puente a recuerdos personales, que much@s llevamos guardados de generación en generación como una joya, para no olvidar nuestras raíces.
"La una por la otra, la casa sin barrer", así fueron los mensajes de Julia y míos, antes de participar en su sección. Pero como “hablando se entiende la gente", llegamos a un acuerdo. Así que me lancé a esta aventura refranera, haciendo una llamada de teléfono a mi madre, ya que desde hace años, tanto a mis hermanos como a mí, nos ha empapado bien del refranero nacional y sobre todo Extremeño.
Me fascinaba de niña, escuchar las conversaciones e historias vividas de mi madre y mi tía, siempre acompañadas de consejos y refranes. Matilde, que así se llama mi madre, nació en un pueblecito de Badajoz: Azuaga (Extremadura) y sus obligaciones de niña, muy a su pesar, eran cuidar del cortijo, servir a terratenientes y cultivar en el campo. Así que como nació siendo una apasionada de la lectura y la escritura, no le quedaba más remedio que esconderse en el cuarto de baño, a escondidas de mis abuelos, para poder escribir poesías y leer novelas rosas, que tanto la hipnotizaban y alejaban de su rutina campestre.
Toda esa pasión por las letras, la mantuvo en secreto hasta su etapa de adolescente, cuando ya había emigrado a Barcelona.
A día de hoy tengo muchas
disputas con ella, por este tema. Ha dejado su creatividad totalmente a un
lado, para centrarse exclusivamente en los problemas familiares. "¡¡Ya no
estoy inspirada como antes!!". Cuando me dice eso, me enervo. Pero aún me
hace sonreír cuando le regalo un libro, y se introduce tanto en la lectura, que
es que se olvida hasta de respirar. Así que, tras conocer esta iniciativa
refranera y mientras pelaba patatas con el altavoz telefónico activado, se
dispuso a bombardearme con mucha ilusión refranes:
"Quien canta sus males
espanta": a golpe de frote que te frote
ropa en el río, mi madre y mi tía, cantaban coplas, para evadirse de lo frías
que se le ponían las manos, con el agua helada, en invierno.
"No te rías del mal del
vecino, que el tuyo viene de camino": un refrán que me mencionaba
mucho desde niña, para respetar las situaciones embarazosas de los demás.
"Nunca llueve a gusto de
todos": a veces no hay más
remedio que conformarse y no ser un o una quejica.
"Pan para hoy, hambre para
mañana": es
invertir a día de hoy en algo de forma rápida y con ansia, que luego en el día
de mañana, no nos va a servir, ni a beneficiar.
"Cuando yo no tenía nada, yo a
ti te daba, y ahora que tengo ya no te doy nada; busca a quien no tenga que te
dé, que cuando yo tenga, yo te daré.": ¡¡este refrán me ha dejado K.O.!! Según sus palabras... hay
mucho "piojo resucitao" que ya no se acuerda de las penurias que han
"pasao".
"Siéntate en tu portal y verás
tu enemigo pasar": cuando alguien se las hacía pasar mal a mi
madre, mi abuela le aconsejaba con este refrán. En Azuaga, antiguamente, cuando
fallecía algún o alguna vecin@ del pueblo, se les paseaba por todo el pueblo en
su ataúd. Y much@s vecin@s, veían a su enemigo pasar... sin hacer uso de
venganza.
"Eres como marzo, que si no la
pega a la "entrá", la pega a la "salía": en marzo el tiempo es muy inestable, tan pronto tenemos
calor... como que viene una brisa que nos deja helad@s. ¡¡Muy traicionero!!
Y por último, un refrán que
decían mucho sus vecin@s de Azuaga, que temían que los lobos acabaran con su
rebaño y tenían que ser cautos.: "Al tiempo no se lo comen los
lobos".
Espero haberos aportado nuevos
refranes y que os hayan gustado, ya que el listado que me dio mi madre por
teléfono era interminable, así que escogí aquellos que más me sonaban y
gustaban.
Con cariño,
Gema ;)
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