Hola de nuevo
a todos los amantes de los refranes que visitáis esta sección, ¡bienvenidos!
Hoy taigo la
amable colaboración de una bloguera a la que, a pesar de sus varios cambios de
nombre y look a lo largo de su trayectoria, muchos ya conocéis y seguís sin
perderle la pista. Para mí ella encarna la búsqueda incansable y valiente del
sueño de ser escritora de profesión (y a buen seguro que lo alcanza, no me cabe
ninguna duda). Su nombre es María Campra Peláez.
Es muy fácil
enamorarse de las historias y de la imaginación inagotable y prolífica de
María, pero además a mí me seduce su estilo sencillo y directo a la hora de
redactar. Ella escribe siempre a corazón abierto, sin artificios ni técnicas
rebuscadas, y por eso es capaz de conectar tan fácilmente con todos nosotros,
sus entregados lectores. No importa qué tema elija o en qué formato decida
expresarse.
Hace mucho que
la conozco, y en este tiempo he aprendido a apreciar en lo que realmente valen
su honestidad y su humildad. Ella lo mismo te regala un relato de ficción
delicioso que una experiencia personal en la que no sale precisamente bien
parada. Esa naturalidad, esa vitalidad, ese compartirse ella misma en todo lo
que emprende, es lo que traslucen sus risas guasonas, sus aventuras de madre de
dos hijas pequeñas, su compañerismo a la hora de colaborar en cualquier
proyecto, su entrega cuando hace una crítica ante algo que considera injusto.
María es como el agua fresca, tal cual.
Me apuesto lo
que sea a que cualquiera que lea estas líneas ya está deseando visitar su
bitácora, y os lo voy a poner fácil. En otro tiempo se llamó “Escritora Mamá”,
pero tras un reciente cambio ahora se llama "Encantadora de Cuentos" (solo
tenéis que pinchar en el nombre para aterrizar directamente en su blog). Id sin
prisas, hay mucho que disfrutar en su casa.
También os
dejo el enlace a una nueva Comunidad de Google recientemente inaugurada por
María junto a otro compañero nuestro, Ramón Márquez Ruíz. Le han dado por
nombre "Encantadores de Luz". Está recién nacida, pero le auguro un gran éxito
(ese al menos es mi deseo).
Y ahora os
dejo con ella y con “los refranes de su vida”, unos poquitos al menos,
rescatados directamente de su niñez para compartirlos con nosotros. Un millón
de gracias por prestarte a participar tan generosamente en esta sección, María.
Mucho tiempo llevo queriendo
escribir esta entrada para Julia. En mi casa los refranes siempre han estado a
la orden del día. Mi madre los tenía todo el día en la boca. Ahora que Julia ha
hecho esta recopilación y yo me he puesto a pensar en ellos, me he dado cuenta
de que se me han olvidado muchos de los que ella usaba. Pero he podido
acordarme de algunos.
Una de
las cosas que mi madre me decía siempre era:
Tú,
ver, oír y callar que era el
sustituto de En
boca cerrada no entran moscas. Mi madre siempre nos llevaba a mi hermana
y a mí a todas partes. Cuando quedaba con sus amigas y hablaban de sus cosas,
estas eran las frases que solía utilizar.
Todos
los días para irnos a la cama le dábamos un beso de buenas noches, y todas las
mañanas el beso de buenos días. Eso sí, entre medias besos a todas horas. Es
que en nuestra casa somos muy besuconas. Si algún día se nos olvidaba por algo
mi madre solía gritarnos desde el salón:
Mucho
te quiero perrito, pero de comer poquito. Esta frase también era
utilizada cuando le pedíamos algo, nos decía esta frase, entonces la llenábamos
de besos y algunas veces conseguíamos nuestro propósito, aunque he de reconocer
que no siempre.
Mi
hermana siempre ha sido un poquito despistada, y siempre que pasaba por alguna
parte solía tirar o romper algo. (Ahora esa capacidad la ha heredado mi hija
pequeña). Mi madre la llamaba Atila y solía decirle:
Por
donde pasa Atila, no vuelve a crecer la tierra. Ahora se lo digo yo a mi
peque.
Una de
esas frases de madre, que mi madre decía sin cansarse y que ahora repito yo con
su imagen en la cabeza era:
Cuando
seas madre comerás huevos. Creo que no necesita explicación porque
seguro que todos lo hemos oído en nuestras casas.
Uno de
los refranes que utilizaba poco pero que a mí me hacía mucha gracia, porque
estaba en latín era:
Excusatio
non petita, acusatio manifiesta. En su momento yo no sabía lo que
significaba, mi madre siempre me lo decía cuando yo intentaba darle demasiadas
explicaciones de porqué había suspendido un examen o porque había hecho
cualquier cosa. Esa frase siempre conseguía hacer que me fuera a mi cuarto
enfadada.
Mi madre nació
en Granada y gracias a eso viajábamos mucho a esa ciudad. Uno de los refranes
típicos de Granada que ella repetía en sus distintas versiones era:
Quién
tiene un tío en Graná, ni tiene tío ni tiene ná. Y quien dice tío, dice
novio, amigo o cualquier variedad.
Cuando
mi madre me decía que no cuando le pedía algo y yo le preguntaba hasta la
saciedad el porqué de su no, ella acababa diciéndome:
A
buen entendedor, pocas palabras bastan. Ahí se acababa cualquier
discusión.
Un
refrán típico de mi abuela cuando yo iba en manga corta en mayo, con frío,
porque ese día se levantaba algo de viento, ella me decía y me sigue diciendo:
Hasta
el 40 de mayo no te quites el sayo. Yo siempre le tengo que dar la
razón.
Y hasta
aquí mis refranes por hoy. La verdad es que me quedan muchos en el tintero,
pero mi memoria me traiciona. Agradecer a Julia esta oportunidad de volver a traer
algunos que ya tenía olvidados. Espero que disfrutéis. Y vosotros, ¿usáis
alguno de los que nombro?
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