Microrrelatos
de cien palabras máximo, excluido el título, que deben comenzar forzosamente
con la frase señalada en azul.
Una
promesa cumplida
En el lugar más recóndito de la isla, al fondo del
hermosísimo acantilado que anunciaban los folletos publicitarios, yacían los
dos cuerpos sin vida enredados como madeja deshecha. Unas vacaciones largamente
planeadas y deseadas que acabaron en tragedia, pero no por azar. Habían
esperado demasiado para ser felices en aquellos parajes de ensueño y acabaron
por convertirlos en la ocasión perfecta para deshacerse del otro sin
consecuencias.
El
destino que los condujo hasta allí buscando protección de miradas indiscretas y
delatoras, fue también el destino que se revolvió contra ellos y selló su unión
para siempre, tal y como habían prometido muchos años atrás sobre un altar.
Cumpleaños
en familia
Cerró los ojos y sopló las velas mientras formulaba su deseo.
“No más de seis meses”, le habían asegurado los médicos, así que con toda
probabilidad aquella sería su última fiesta de cumpleaños.
Siempre
había sido un hombre práctico, pero en las actuales circunstancias un
sentimentalismo desconocido le invadía. Por eso los reunió a todos a su mesa,
comieron tarta y aceptó absurdos regalos que no tendría ocasión de disfrutar.
Después
brindaron y procedió a repartir el control de las diferentes zonas de la
ciudad. Si su deseo se veía cumplido no habría una sangrienta lucha por el
poder tras su marcha.
“La
familia” era lo primero.
La
calma tras la tormenta
Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer. Era la mejor
alternativa si quería zafarse, aunque fuera momentáneamente, del desastre que
dejaba a su espalda.
Con
esfuerzo consiguió tranquilizarse, recuperar el aliento de nuevo, y mientras
examinaba sus manos manchadas a la incipiente luz del día, meditó sobre el
curioso transcurrir de los acontecimientos. Habían embarcado en aquel crucero
de lujo para tratar de unir los pedazos rotos de su matrimonio y ahora lo que
estaba roto en pedazos era el cuerpo de su marido.
Si
al menos su psiquiatra le hubiera advertido de que los vientos de alta mar
podían agudizar su trastorno, quizás todo sería diferente.
Julia C.
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