Lo digo porque lo creo, para
cualquiera que quiera leerlo y a los cuatro vientos: ¡soy un desastre de
bloguera! Veamos…
Yo no publico con mucha frecuencia,
como parece lo aconsejable para estar bien posicionada en Google y, publicando
poco, ni siquiera tengo días fijos de la semana para hacerlo. ¿Así cómo van a
poder saber mis sufridos lectores cuándo toca acercarse a echar un vistazo? Ah,
pues que prueben suerte a ver… ¡Muy mal! Por otro
lado no me atengo a una rutina de temáticas o géneros, como hacen otros
compañeros mucho mejor organizados. Yo a lo loco: ¿Microrrelato? ¡Pues venga!
¿Que se me ha ocurrido el argumento de una historia? ¡Para adelante! ¿Que ya me
va pidiendo el cuerpo una buena ración de refranes? ¡No hay espera que valga! ¿Qué
hay algún acontecimiento de actualidad que comentar? ¡Ah, se siente, mis musas
y yo vamos por libre y siempre llegamos tarde! Total, caos total. De los macro-descansos que me tomo varias veces al año y de
los que a veces se me olvida que tengo que volver, mejor no digamos nada. Mi
blog es sensible y no se toma muy bien el abandono.
Para colmo de males a veces
pareciera que no tengo criterio propio respecto a mis textos. No sería la
primera vez que una historia que para mí está terminada, sea o no el final
cerrado, se alarga unas cuantas entregas más solo porque los lectores habéis
dicho que habría que seguirla. ¿Acaso es que no se me había ocurrido a mí? Pues
está claro que no, pero si me mandan escribir, yo escribo. Sí señor, una bloguera que sabe lo que se hace, ejem, ejem.
Ahí no queda la cosa, ¡qué va!
Resulta que mi blog ha cumplido ya tres años y no se me ha ocurrido celebrarlo
ni una sola vez. No es que no le dé importancia o que no me haga sentir
orgullosa; y tampoco es que él no se lo merezca. Es solo que se me pasa.
Siempre digo: “bueno, el año que viene hago algo realmente chulo y monto una
fiesta de impresión”, pero luego llega septiembre del próximo año y se me
vuelve a pasar. Lo siento, lo siento, lo siento,
blog de mis entretelas.
También están las cosas ésas del SEO
a las que se supone debemos prestarles atención. He leído muchos artículos al
respecto, consejos a tutiplén para tener una avalancha de visitantes y
encandilar a cualquiera que se arrime al blog en veinte metros a la redonda.
Ponía interés, de verdad que sí, encandilada yo también con la perspectiva de
situarme en lo más alto, pero luego siempre acababa pensando: “las normas que
entiendo no son para blogs de relatos, y las otras, ¡qué pereza, no me entero!”
Y a freír espárragos el SEO. Con las estadísticas tres cuartos de lo mismo:
Instalé, después de muchas vicisitudes y algún cabreo añadido, el puñetero
Google Analytics en el pc. No debí de prestarle mucha atención porque el otro
día me di cuenta de que el programa no estaba en el ordenador nuevo, y eso que
lo tengo hace ya más de un año. Pues muy bien, así
no vas a saber si te visitan más o menos cada vez, ni si rebotan (¿?), ni de
dónde son tus lectores, ni si el tiempo medio de estancia en el blog es para
llorar o directamente para echar el cierre. Yo me lo pierdo.
Luego está lo del diseño, que eso,
si no me sacan de las plantillas normalitas de blogger, sé hacerlo. Pero que se
me quite de la cabeza que voy a instalar algún súper plugin de ésos que veo en
otros blogs y que de vez en cuando se me antojan. Por más tutoriales que me
baje no soy capaz, así que al final me convenzo de que en realidad no quería
instalarlo, de que seguro iba a ralentizar la descarga y de que la sencillez
espartana es lo mejor y más elegante. ¡Te aguantas sin virguerías
por torpe!
Podría seguir, pero a base de lanzar
piedras contra mi propio tejado se me ha hecho un agujero de padre y muy señor
mío. Va a ser mejor que corte el rollo y me ponga a buscar un buen profesional
que me lo repare.
Bueno, por si al final alguien lee
esto, dejo mi más efusiva y cariñosa felicitación de Navidad. Me tomaré unos
días libres para arreglar el tejado y estar con la familia (aunque sea con los
albañiles por medio), así que ¡hasta el año que viene!
Por cierto y para que os convenzáis
de lo desastre que soy, os confirmo que voy a dejar a medias el relato “Cita a
ciegas”. Ha sido falta de previsión, sorry, pero me esforzaré al máximo para que
la espera valga la pena y os prometo un giro que no habríais visto venir ni en
un millón de años (o incluso más, ji, ji). Esto es lo que yo llamo un
farol en toda regla.
Besos y achuchones a medida para
todos, ¡sed muy felices!
Julia C.
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