From: Hell Dolly
Sent: friday, August 21, 2016, 19:05 pm
To: J. Honest
Subject: Más cerca de la
eterna perdición, más cerca de tí
Herida
sí, pero no de muerte. Aún respira y camina esta Muñequita del Infierno que
abandonó su descolorida existencia para ir en tu busca y ser al fin lo que
debía y podía…
Debo
decírtelo, tus palabras son la savia que alimenta lo más turbio y podrido que
hay en mí, el motor que me sustenta prendida a lo más cruel y negro de la vida.
Pensar que me consideras tu compañera y no tu aprendiz me eleva sobre todos los
demás seres inmundos. Mil veces gracias.
Siempre
he detestado la oscuridad, pero tras leer tu misiva esperé ansiosa la noche por
primera vez: tú estarías en ella para convertirla en alquitrán y cumplir así tu
promesa. La emoción me embargaba, los nervios propios de una adolescente en su
primera cita se apoderaron de mi ánimo y sentí que las horas transcurrían
lentas, interponiéndose crueles entre nosotros. Traté de calmar mi ansiedad
como mejor sé hacerlo, provocando el dolor ajeno, y las lágrimas de mi víctima regaron
también mi ilusión por ser digna de ti.
Busqué
en mi interior y no encontré nada que no estuviera dispuesta a entregarte, lo
confieso. Supe que el momento estaba cerca y yo preparada.
Tras
el despacioso baño elegí un camisón de encaje negro que trataba mi piel como me
hubiera gustado que lo hicieras tú, arañando y acariciado al mismo tiempo. En lugar
de ropa interior, emulando a la mujer más débil de todos los tiempos para
burlarme de ella, unas gotas de denso y
penetrante perfume que aderezara mis pulsos. Toda la habitación se inundó al
instante del olor a flores a punto de marchitar; fue realmente evocador y
delicioso.
No
voy a contarte lo que sucedió mientras dormía y ese ente de vapor helado me tomaba:
tú estabas allí. Solo diré que el miedo al sentirle reptar sinuoso por mi
cuerpo, el pavor que me inspiraba su lengua rugosa explorando cada centímetro
de piel, sus besos y jadeos posesivos en mi cuello, y sobre todo el saber que
no hacía más que cumplir tus deseos, dispararon mi excitación hasta límites
insospechados.
Cuando
me poseyó por fin, después de hacerme implorar vanidoso, yo ya solo quería que
terminara, que engullera mis entrañas por completo desde su negrura, que
apagara aquel deseo atroz y siniestro que había suscitado en mí. Creo que
estarás orgulloso, ni una sola vez dudé; en ningún momento dije “no”.
Olvidaste
advertirme de que me quedarían marcas, pero no importa. He curado las heridas
como mejor he sabido y las oculto con la ropa. Son algo íntimo, hermoso, una
prueba de nuestra comunión, pero el mundo no está preparado para verlas. No
creas que es una queja, las vivo como un recordatorio permanente y abrumador de
nuestra noche de Amor.
Ahora
siento que ya soy lo que tú requerías de mí: una anfitriona amorosa y bien
dispuesta a albergarle, su incondicional morada para que haga en mí según su
voluntad, un receptáculo vivo de la maldad pura.
Déjame
demostrarte que soy fuerte, que puedo cumplir mi parte aunque eso me destruya
desde dentro. Deja que te haga sentir orgulloso de haberme perdonado la vida.
Tuya
y de nadie más,
Dolly.
Para leer la continuación en el blog de Edgar K. Yera pincha Aquí
Código 1509265240200
Fecha 26-sep-2015 19:25 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
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Fecha 26-sep-2015 19:25 UTC
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