He
vuelto a soñarlo. Me dormí releyendo tus cartas y la pesadilla se posó de nuevo
en mi frente…
Estaba
sentada en el banco de una iglesia iluminada solo con velas y de repente mi
vientre abultado y dolorido se abrió como un fruto malogrado que no pudiera
albergar más gusanos ni hedor. De él nacía toda la desesperanza, el sufrimiento
y la pena del mundo, el sentimiento detrás de cada lágrima vertida por la
humanidad, la negrura de toda alma que quiso mantenerse limpia y sucumbió al
pecado. No era una criatura lo que traje a este mundo, era una forma colectiva
de experimentar un dolor lacerante que no habría de tener fin para ninguno de los
mortales allí presentes, meros espectadores horrorizados. Detuvieron sus
plegarias, dejaron de rezarle a su dios, los ojos abiertos en una mueca de
espanto, y volvieron los rostros hacia nosotros implorando clemencia y un
sentido para todo aquello.
Tú
y yo nos elevábamos ahora por encima de ese lodo de emociones terribles sonriendo
y asintiendo, complacidos mientras acunábamos a un bebé envuelto en trapos
negros. La serenidad se reflejaba en nuestros semblantes, como si hubiéramos
encontrado un poco de paz por fin. Incluso los bendijimos dibujando cruces
invertidas en el aire.
Dime,
mi tenebroso caballero oscuro, ¿es así como será? ¿es esto lo que nos aguarda a
nosotros y a la humanidad?
Mentiría
si no reconociera que tengo miedo, dudas, pero también que siento una
excitación vivificante que me hace anhelar el futuro que me has prometido. La
realidad se me antoja ahora tan descolorida y monótona que apenas puedo
soportarla.
Sí,
haré lo que me pides. Después de todo creo que ya no hay sitio para mí en el
mundo tal y como es ahora. Tu oscuro pasajero me ha transformado y apenas puedo
desechar unos instantes las visiones de muerte y violencia. Es agotador tratar
de actuar como una persona normal mientras ese bombardeo tortura mis sienes.
¿Qué
me dirías si te ofreciese elegir tú mismo al padre biológico de nuestro hijo?
Sé que es una sorpresa para ti, y espero que te complazca la ironía de lo que
te propongo. Cualquiera de entre los guardias que te custodian es un candidato
accesible para mí, los mugrientos muros de esa prisión no me son desconocidos. Puedo
hacerlo, estoy mucho más cerca de ti de lo que imaginas. Señala al elegido y déjalo
de mi cuenta; estaremos un paso más cerca de llevar a buen término nuestros
planes. ¿Tengo tu aprobación?
Dijiste
en tu última carta que puedo pedirte algo a cambio de mi participación y ya sé
lo que deseo: saber a qué corresponde la “J” con la que firmas tus misivas. Encuentro
tan personal e íntimo poder llamarte por tu nombre…
Tu
herida y querida compañera,
Dolly
P.D.:
Ya he leído el mensaje que dejaste escrito en mi piel con trazos de amorosa
posesión y dolor curativo. Meditaré sobre ello mientras reabro cada herida
cuidadosamente una y otra vez para no olvidarlo.
Para leer la continuación en el blog de Edgar K. Yera pincha Aquí
Código 1509285253006
Fecha 28-sep-2015 18:06 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
Código 1509285253006
Fecha 28-sep-2015 18:06 UTC
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