domingo, 18 de octubre de 2015

Tobby



Cuando Lidia recibió el diagnóstico ya sabía que no sería fácil, pero a pesar de ello decidió seguir cuidándolo. Ella no era como esos humanos odiosos que abandonan a sus mascotas cuando están enfermas o ancianas. Ella adoraba a Tobby y trataría de hacerle llevadera su enfermedad. Después de todo qué culpa tenía el pobrecito.

Tarareaba una canción de moda mientras fileteaba la sangrante carne muy fina; eso era lo único que el pobre Tobby podía comer ahora. Recordó que la chica de la ferretería, Mendiel, le había hablado maravillas de aquel cuchillo: “corta cualquier cosa como mantequilla, el borde es afilado pero muy resistente y el mango resulta muy cómodo”. Tenía toda la razón, fue una lástima que se viera obligada a estrenarlo con su delicado cuerpo. Parecía muy apetitosa aquella chica y esperaba que su perrito supiera valorarlo.

Salío al jardín con el comedero, llamándolo. Tobby la esperaba impaciente, en posición de alerta. Extendió la mano para acariciarlo pero algo feroz en la expresión del animal hizo que se contuviera. Cuando él olisqueó la comida y la despreció mirándola amenazadoramente entendió que a Tobby ya no le gustaba la carne muerta…

Pobrecito, qué culpa tenía él. 

Julia C.

Código 1510185522727
Fecha 18-oct-2015 11:15 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0

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