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Tonio no siempre fue un “macarra”, suponiendo que ahora sus negocios, más bien turbios, le hiciesen merecer ese nombre con más propiedad que otros. En absoluto. El antes era un “niño bien”.
Tonio no siempre fue un “macarra”, suponiendo que ahora sus negocios, más bien turbios, le hiciesen merecer ese nombre con más propiedad que otros. En absoluto. El antes era un “niño bien”.
No creo
equivocarme si digo que a todos nos produce cierto morbo saber cómo y cuándo
alguien perdió una partida definitiva contra la vida, una de ésas que cambian
el rumbo de tu destino y hacen que te tengas que olvidar de quién eras para
aprender a ser otra cosa. En el caso de Tonio eso sucedió, precisamente, el día
en que conoció a Malena…
El
muchacho y su pandilla no solían frecuentar aquel garito de mala muerte, pero
en aquella ocasión celebraban el fin de los exámenes trimestrales y se dejaron
caer por unos cuantos antros, incluido el “Barrabás”. En esos sitios el alcohol
era más barato y las asignaciones paternas daban mucho más de sí.
Malena y
él eran muy jóvenes entonces. El brillaba por méritos propios como un
prometedor estudiante universitario de familia acomodada. De hecho ya apuntaba
maneras para ser digno sucesor de su padre, un exitoso hombre de negocios. Ella,
en cambio, era una chica enfadada con el mundo que retaba a la mala suerte a
cada paso (eso sí, eran pasos dados con finos tacones de aguja y acompasado
vaivén de caderas). Lo cierto es que arrastraba tras de sí una historia triste
y difícil y Tonio supo, a primer golpe de vista, vislumbrar su fragilidad. No
le importaba lo espectacular de la fachada que ella se esforzaba en mostrar
como escudo ni cómo trataba de sacudirse los miedos a golpe de melena. El se
enamoró al instante que lo que adivinaba detrás de todo eso.
El
acercamiento no fue fácil porque Malena acababa de sufrir un fuerte revés en su
vida y se hallaba perdida por completo, pero la paciencia y el afecto de él
actuaron como un bálsamo sanador y al fin cedió a sus pretensiones de convertirse
en su pareja. A ojos de Tonio no había más escollo que salvar que merecer el
amor de ella, pero sus padres no estuvieron de acuerdo en absoluto.
─¿No
comprendes que esa chica no es para ti? Pertenece a una clase social muy
inferior, no es la mujer que necesitas a tu lado para triunfar. Acabarás por
avergonzarte de ella ─le diría hasta la saciedad su madre─.
─Es
solo una muerta de hambre con buena vista y cara bonita que ha encontrado en ti
su oportunidad para cambiar de vida. Hijo, no puedes estar tan ciego que no lo
veas. Diviértete discretamente con ella si quieres, pero no te atrevas a
pretender que sea de la familia ─trataría de convencerle su padre─.
Pero Tonio era un muchacho idealista
y enamorado que no estaba dispuesto a ceder y que sufría con los desplantes que
sus progenitores hacían a Malena en cada ocasión. Al final, herido en su propio
orgullo al ver despreciado aquello que más quería, tomó una drástica decisión.
Abandonó la universidad, su casa y la vida de comodidades a la que estaba
acostumbrado y se fue a vivir con su chica. A partir de ese momento, como su
padre le dejó muy claro, podía considerarse desheredado y tendría que salir
adelante por sus propios medios.
Así fue como Tonio llegó al barrio.
Ahora estaba en igualdad de condiciones con Malena: ninguno de los dos tenía
nada. Sonrió para sus adentros pensando que a buen seguro no era ese el tipo de
igualdad que pretendían sus padres.
Julia C.
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Código 1512045945950
Fecha 04-dic-2015 11:10 UTC
Licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0
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