Texto presentado al concurso de poesía y microrrelato convocado por Radio Mandala on line y Vérsame
mucho, resultando ganador en la segunda modalidad.
Las sombras deformes de la oscuridad me vigilan y el cansino tic-tac
del reloj no desiste; infatigable me tira a la cara con desprecio cada segundo.
El tiempo se ha convertido en adherente alquitrán sobre mi cuerpo cansado, en
la condena de una consciencia que no encuentra pausa ni tregua, en el amante oscuro
que me preña de desesperación. Dormir, si pudiera dormir todo sería diferente.
Pero temo que es una quimera, un recuerdo apenas, un apetito que ya nunca más
volveré a ver saciado. Si pudiera cerrar los ojos y abandonarme al vacío de
todas las ausencias… No quiero oír estas voces que trae la quietud de la noche,
no quiero ver estos rostros perversos que me observan, no quiero oler esta
podredumbre perenne.
Mi psiquiatra me ha dicho que es saludable escribir sobre mis
problemas, sobre mis sentimientos. Dice que eso me ayudará a comprenderme
mejor, a aceptarme y a llevar a cabo los cambios necesarios que me acerquen al
equilibrio. La sanación de mi mente es posible, debo creerlo, puedo volver a
recomponer mis pedazos y ser de nuevo una persona, como antes de que pasara
todo. Yo escribo y obedezco, me porto bien. Dice que no leerá este diario, que es
solo para mí, pero tengo miedo de que falte a su palabra. No le gustaría, lo
sé.
Su bata blanca luce ahora roja por partes, puedo ver las manchas con
total nitidez cada vez que le miro. En mi mente ya no juega con el bolígrafo
entre sus dedos, está clavado en su cuello; y ya no sonríe condescendiente
mientras charlamos, hay en su rostro una mueca de horror y sorpresa.
Seguramente no lo esperaba, no es tan listo. Sé que terminaré por hacerlo, está
escrito, como él me pidió.
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