Perdí la voz y hasta las ganas de hablar, el deseo
de contarte y de hacer collares de susurros que lanzar al viento; pero aún
tengo una danza de palabras en la frente y el sonido corriendo por mis venas,
presto a sembrar promesas del corazón.
Perdí mucho tiempo, lo derroché a manos llenas
mientras mi piel era todo tersura y mis labios buscaban labios sedientos de
aventuras con final suicida; pero aún me queda la valentía necesaria para
reconocerlo e historia para destejer.
Perdí un puñado de primeras veces que aceleraban
mi pulso y espoleaban mi ilusión, retazos de inocencia que me alejaban cada vez
más de la niña que era; pero aún conservo el recuerdo que me preña de
experiencia y que me ha hecho por fin una mujer.
Perdí el mapa que usé para desembarcar sana y
salva en tu cuerpo tras la dura travesía; pero aún se saben las yemas de mis
dedos tu tacto, mis retinas la curva de tu sonrisa y mis latidos el tono
preciso que se acompasa con el tuyo.
Perdí la perspectiva y hasta la cordura, aparté a
manotazos los consejos que hubieran debido ser mi guía; pero aún me queda el
futuro y tu abrazo, donde tengo la exquisita sensación de estar intacta otra
vez.
Julia C.
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