Abrió
delicada el paquete que acababa de llegar, apartando el envoltorio con mimo y
expectación. Fue una suerte encontrar aquella página online de artículos
exóticos; después de todo una ocasión tan memorable como su veinticinco aniversario de bodas bien merecía
el dispendio.
Allí
estaba, según lo prometido en el anuncio: un corazón de estreno sin rencores,
ni cuentas pendientes, ni el desgaste propio de convivir. Su rojo y brioso
palpitar parecía augurar renovados años de pasión junto al compañero.
Elena
no estrenaría vestido esa noche en la cena, no había presupuesto, pero sí
estrenaría ilusión.
Julia
C.
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