Yo de pequeña era torpe, así de
claro. No tenía esa percepción sobre mí misma, desde luego, pero a juzgar por
los muchos episodios que protagonicé, inexplicables para mí, y las prevenciones
que tenían mis padres conmigo, debía de ser algo obvio. Por aquel entonces me
molestaba mucho que me lo hicieran notar pero, pasado el tiempo y con una
visión adulta en perspectiva, no me ha quedado otra que rendirme a la
evidencia.
La cuestión es que recientemente, a
la vuelta de las vacaciones de Navidad, además de lucir mi cambio de look
bloguero, he desactivado los comentarios sin previo aviso y sin explicación alguna.
Como yo llevaba tiempo dándole vueltas al tema me ha parecido la culminación
lógica de mi “proceso pensativo”, pero los demás os habéis encontrado con la
puerta en las narices de sopetón. Las cosas no se hacen así, no señor, y os
debo una disculpa.
Hago aquí un inciso para decir que habéis
sido mucho más listos que yo y que todos habéis comentado igualmente de una
forma u otra. ¡Bien por vosotros y mal por mí! Eso es lo que yo llamo “crecerse
ante la adversidad”, ji, ji. Os habéis valido de mails, mensajes de hangout o
Facebook, el perfil de google o simplemente el atajo de compartir el texto y
comentar en vuestra propia publicación. Muchos me avisabais del “problema” para
que lo solucionara y otros tantos comentabais tan campantes, como si nada, pero
por otras vías diferentes. ¡No me queda más remedio que quereros!
El caso es que últimamente ando muy
mal de tiempo por motivos personales y familiares, tanto que si quiero
“cumplir” con todo el mundo como solía y como a mí me gusta hacer, ya no tengo
casi ni ocasión para escribir mis propias cosas. Las musas están ahí, con su
incesante parloteo, pero yo no puedo prestarles atención porque estoy ocupada
leyendo otros blogs y todo lo que ello conlleva. Es triste, la verdad, así que
barajando opciones pensé que si desactivaba los comentarios se me aligeraría el
trabajo y por tanto ganaría tiempo. Tonta de mí no contar con vuestro ingenio y
vuestra fidelidad. Lo repito, os estoy
muy agradecida y habéis conseguido alborozar mi corazoncito de bloguera.
Tengo una suerte que no me la merezco con teneros “ahí”.
En fin, que aquí estoy, con ganas
pero sin tiempo: un gran dilema. Ya lo resolveré pero eso sí, los comentarios se quedan
activados para siempre jamás.
Un beso enorme a todos y mil gracias
de nuevo.
Julia C.
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